19/5/10

::bye bye! just like honey::



Lost in translation:

Bob & Charlotte:

Se conocieron en un hotel de Tokio.
Bob esta casado, se sentia solo y triste en el otro lado del mundo y su matrimonio había entrado en una fase de aburrimiento.
Charlotte es la joven esposa de un fotógrafo que está trabajando durante unos días en otros lugares del Japón, de forma que ella se encuentra sola en Tokio. Charlotte se siente triste también.

Insomnes, Bob y Charlotte se cruzan una noche en el bar de su lujoso hotel. De este encuentro casual surge una sorprendente amistad. Charlotte y Bob vagan por Tokio, tienen divertidos encuentros con sus habitantes y acaban profesando una nueva fe en las posibilidades de la vida.

Esto no es una película. Es un roce, una caricia, una mirada, una mano acariciando un rostro, una sonrisa casual a un desconocido en un ascensor, una ventana en un solitario hotel de Tokio, un árbol con mensajes de esperanza, sueños y deseos. Un amor que nunca existió, un amor tedioso, una rutina calmada, un brillo en medio del solitario mar, una persona esperando permanentemente, una joven inmensamente perdida, un hombre enormemente solo en una vida tediosa y trivial. La obra maestra de Sofia Coppola va más allá de lo simple. Plasma en imágenes lo intangible, lo inexpresable, lo que todo el mundo siente pero pocos saben expresar. Una cabeza apoyada en un hombro una madrugada cualquiera en una ciudad lejos de todo. Una complicidad subterránea que se va forjando de manera invisible, un amor de los que no se olvidan. Unas frases de Karaoke que esconden un esplendoroso mensaje de amor, dos personas corriendo de noche por la ciudad, fuegos artificiales en una discoteca, pistolas lasers en medio de un callejón, recreativas que encierran un mundo noctámbulo. Y en su momento más hermoso, es un encuentro fortuito, una lágrima cayendo por una mejilla, un abrazo apasionado, unas palabras susurradas al oído, una sonrisa, una despedida, unas miradas desgarradoras, unas vidas encontradas. Difícil se me hace comentar fríamente algo que a nivel personal me marcó profundamente.

Esa bella Scarlett apoyada en una ventana en una solitaria habitación de hotel, o paseando por los enormes parques de Tokio, correteando por los callejones nocturnos de la ciudad, o cruzando una enorme acera con un paraguas transparente. Ese Bill Murray irónico, gracioso, confuso, cantando en el karaoke, o intentando elegir la mejor moqueta, con su wiskhy en la mano y su sonrisa madura. Jamás se borrará de mi memoria esa canción final, ese susurro, ese "adios" tembloroso, esa mirada desconsolada y esas imágenes: un coche alejándose, una carretera por delante, la vida y el “just like honey…” sonando… mientras las imágenes se funden en negro y aparece en pantalla la causante de toda esta maravilla: Sofia Coppola.

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